lunes, 25 de enero de 2016

Clemente "El Uñas", un cazador furtivo que degeneró en bandolero

Condenado a muerte en 1911, el Obispo de Ciudad Real consiguió del Rey la conmutación de la pena

Clemente, “El Uñas” era un cazador furtivo y popular de Manzanares, pero la miseria y el paro le hicieron desafiar su suerte.  Se presentó por denuncias varias veces ante la Guardia Civil, y alguna vez esquivó su vigilancia. Un día cuando cazaba se vio sorprendido por la pareja formada por los números Antonio Homero y Francisco Cuchillero, propinándole una paliza de las que no se olvidan, hasta el punto de dejarle el cuerpo totalmente amoratado, un tímpano roto y el fémur dislocado. Fue auxiliado por un pastor que lo llevó en una burra a su domicilio, cerca de la calle Calvario.

Por todo esto estuvo meses en forzada inactividad, pero abandonó las muletas antes de tiempo porque el sustento le exigía hacer su número. Robó una escopeta que tuvo que fue denunciado al Juzgado. Cuando el alguacil le comunicó la citación no quiso presentarse temiendo que le fueran a dar una nueva paliza.

Avisada la Guardia Civil el 11 de noviembre de 1910, le enviaron una pareja formada por el cabo Juan Ramírez y el número Antonio Homero, autos de los malos tratos anteriores. Atemorizado “El Uñas”, tomó la escopeta y se salió por los corrales ocultándose por una tapia aledaña al camino. Cuano regresaron los guardias civiles y llegaban al punto donde él estaba, disparó dos cartuchos de postas matando a Homero y dañando ligeramente al cabo. Seguidamente, se lanzó al campo y no paró de correr hasta la corraliza de la Retamosa,  en el término de Daimiel lindando con Manzanares, lugar donde pernoctó. Durante los días 12 y 13 anduvo por los términos de Almagro, Daimiel y Manzanares, aunque apartándose siempre de los caminos y de otras vías de comunicación. Un día después, vio a dos Guardias Rurales de Daimiel a los que les quitó el armamento, regresando por la noche al corral de la Retamosa.

Dio un poco que hacer a la Guardia Civil, hasta el punto de que se concentraron para detenerlo hasta sesenta guardias civiles bajo el mando de don Enrique López Millán, Jefe de la Comandancia de Ciudad Real. Tras numerosas búsquedas entre campesinos, el día 14 pudieron localizarlo en la Retamosa, cruzándose varios disparos. Como “El Uñas” vio la superioridad numérica de la Guardia Civil, como éste había rodeado la corraliza con la intención de esperar hasta que se quedara sin munición y le obligara a rendirse, el bandolero llegada la noche hizo una gran hoguera y colocó en el corral un “pelele” con sus mismas ropas. Cuando entraron los guardias resultó que nuestro vecino se había fugado deslizándose desnudo entre las patas de los caballos de los civiles.

Irritados los guardias civiles iniciaron batidas por todos los parajes entre Daimiel y Villarta de San Juan.

Clemente “El Uñas” era un conocedor del terreno y simpatizante de la gañanía de estos   lugares, por lo que le dieron ropa y auxilio alimenticio para salir adelante. Llegó a contactar con don Antonio Rubio, alcalde de Manzanares, hombre recto. El 24 pernoctó en el lugar llamado Tomé de Don Gabriel Criado, quien se prestó a llevarlo al mismo Ayuntamiento escondido en un carro de patatas. Don Antonio, después de obtener la promesa de los mandos de la Guardia Civil, de que no sería maltratado, lo juzgaron el día 15 de mayo de 1911 en el cuartel de la Misericordia de Ciudad Real, donde le condenaron a la última pena. Intercedió el Obispo de la Diócesis, monseñor Gandáseguir, por lo que se desplazó hasta Santander, donde a la sazón veraneaba el rey D. Alfonso XIII, quien tras conocer el caso la concedió la conmutación de la pena. Tañeron las campanas, se interpretó en los toros de Manzanares la Marcha Real y no sabemos lo que pasó después con nuestro condenado por aquello de la guerra civil del año 1936.

Fuente: Archivo diocesano



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