Corría el
año 1957 cuando Antonio Iniesta, siguiendo el consejo de su buen amigo Pepe
Díaz, se puso a escribir, en sus descansos de pintura, otra de teatro que
tituló “Sotomayor”. Un drama en tres actos que se desarrolla en Manzanares
durante la Invasión Francesa en 1809. Estrenada en el viejo Gran Teatro el 14
de septiembre de 1958, fiesta de Nuestro Padre Jesús del Perdón, alcanzó un
éxito sin precedentes, cinco días seguidos se colocó el cartel de no hay
entradas y el público se llevaba las sillas de su casa ocupando hasta los
pasillos.
Para lo que
tuvieron la suerte de trabajar en la
obra es un recuerdo inolvidable, no solo por las representaciones sino también
por los ensayos. Fueron muchas horas de agradable convivencia con Antonio
Iniesta, Pepe Díaz, Luisillo, Pepe Enrique, Manuel Piña, Diosinio Casado, José
Fernández-Pacheco … que ya marcharon de este gran teatro del mundo.
La escena
cumbre de la obra final, donde Iniesta compone la escena con el cura párroco
Fray D. Pedro Alavarez de Sotomayor (Pepe Enrique) implorando de rodillas el
perdón para un condenado a muerte (Luis Zárate) y el pueblo, en nombre de Nuestro
Padre Jesús al general francés Sebastiani (Angel Casado); el diálogo se
desarrolla dentro de una tienda de campaña en el capitán (A.G. Sacristán) como
testigo y una pareja de apenados viejos (Merce Díaz y Francisco Calero), padres
del condenado. El general, católico, perdona al reo y al pueblo de Manzanares y
entrega su fajín a Sotomayor para que se lo imponga a la Imagen de Jesús. La
trama de la obra fue resuelta así por el autor.
La realidad
parece que fue de otra manera y así lo hemos entendido siempre. El general
Sebastiani, que venía al frente de sus tropas, procedente de Santa Cruz de
Mudela, dispuesto a pasar por las armas al pueblo de Manzanares, en represalia
por los acontecimientos del 6 de junio en el Hospital, se encuentra en el
paraje del Cristo de las Agonías con un grupo de gente alrededor de una imagen
de Cristo con la Cruz a cuestas. Sotomayor tuvo la feliz idea aquél 31 de marzo
de 1809, que era Viernes Santo, aprovechando que las imágenes estaban en la Parroquia
para las procesiones, de salir al encuentro de las tropas francesas con el
Cristo Arrodillado al que tenía gran devoción por recordarle al Jesús Nazareno
de su pueblo, Lucena (Córdoba). Al pueblo, ofreciendo heroica resistencia largo
tiempo a la invasión de los franceses y con el consiguiente sufrimiento, se le
avecina la llegada de esas tropas sedientas de venganza. Difícil le sería a
Sotomayor encontrar voluntarios que cargasen con la imagen de Jesús pero el
caso es que allí estaban con mucha fe y probablemente con más miedo que
arrepentimiento. El general francés escucha a Sotomayor y al ver la mirada de
Jesús, aquella cara impresionante de aquél Cristo, perdona al pueblo, baja de
su caballo, se quita el fajín y se lo pone a la Imagen. Al mirar a Jesús toda
esa sed de venganza se vino abajo. Jesús obró el milagro. Desde entonces ese
fajín lo ciñe la Imagen cada 14 de septiembre.
Como
Apoteosis final de la obra de teatro de Iniesta aparece en el escenario la
Imagen de Nuestro Padre Jesús (A.G. Sacristán). Sotomayor, en presencia del
general y gente del pueblo, se acerca a la Imagen y le pone su fajín. A
continuación Sotomayor recita los versos que Antonio Iniesta compuso cuando el
29 de agosto de 1942 llegó la nueva Imagen a Manzanares:
Señor:
Traigo
los ojos llenos de luz de amaneceres,
Te
he visto y te he llamado;
Has
vuelto tranquilo la cabeza
Y
me has dado tu mano y te he seguido
Cuando
he querido hablarte habían huido
Y
postrado de hinojos he llorado
Señor:
Traigo
los ojos repletos de esperanzas y de amores
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el telón de va cayendo lentamente
En el año
1990 la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón encarga a Iniesta un óleo
que refleje la petición y el perdón concedido por el general Sebastiani a
Manzanares. Iniesta es gran pintor de paisaje, la figura no es su fuerte, pero
es también gran devoto de Nuestro Padre Jesús y Manzanares lo lleva en el
corazón, la idea le ilusiona y acepta el encargo. El había estudiado y
trabajado sobre aquella gesta, su obra de teatro “Sotomayor” la tenía en su
mente. En su estudio de la calle de la Cárcel prepara su caballete, el lienzo,
la paleta, los pinceles y se pone manos a la obra sentado en su taburete. Con
el mayor empeño imagina la escena y vuelve a ver a Sotomayor, de rodillas,
recibiendo el fajín del general. Centra esas
dos figuras en el lienzo, en primer plano, y son las primeras que pinta,
son sus protagonistas. Después, alejado, a la derecha, en un segundo plano, la
imagen de Jesús difuminada con un grupo de gente y a la izquierda el ejército
francés y ya en la lejanía la torre de la Iglesia parroquial. Este es el cuadro
y ésta es la escena. El encargo está cumplido, interpretado así por el pintor,
y el óleo, en 1991, se coloca en la pared izquierda de la ermita. Iniesta
estaba orgulloso de su cuadro y lo podía ver todos los días en sus visitas a
Jesús, hasta que el 26 de enero de 1999 Iniesta muere. El gran pintor
manzanareño deja su testimonio. Hoy Sotomayor e Iniesta tienen su calle en
Manzanares, formando ya parte de su historia.
Un año más
llega el día de la gran fiesta de Nuestro Padre Jesús del Perdón, un año más se
ceñirá a la Imagen el fajín del general francés Sebastiani y Nuestro Padre
Jesús del Perdón saldrá a la calle envuelto en el fervor popular. No dejará su
mirada de fundirse con la nuestra calando en nuestros más íntimos sentimientos,
dejándonos un remanso de paz interior. Al mirar a Jesús comprenderemos la
reacción del aquél general francés ante aquella Imagen, entendemos que es muy
difícil no perdonar cuando Jesús tuvo tanto que perdonar a pesar de estar
muriendo en la Cruz. Jesús pasará de nuevo por las calles de Manzanares
acompañado por su Hermandad y por la gran multitud de gente agradecida por sus
favores. En la fila faltará, entre otros, un asiduo acompañante, Antonio
Iniesta, aunque quizás esté mas cerca de lo que pensemos.
Antonio Iniesta |
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